quinta-feira, 6 de maio de 2010

Caperucita Amarilla


“Temía todo aquella Caperucita. Ya no se reía. No iba a fiestas. No subía ni bajaba escaleras. Tosía sin estar resfriada. Oía cuentos de hadas y temblaba. No jugaba nada más, ni la rayuela.”

“Temía los truenos. Lombriz para ella era serpiente. Nunca salía al sol porque temía su sombra. No salía al patio para no ensuciarse. No tomaba caldo para no mojarse. No se bañaba para no despegarse. No hablaba para no atragantarse. No se quedaba en pie para no caerse. Entonces vivía parada, acostada sin dormir, con miedo de pesadillas.”

“De todos sus temores, el que más la atormentaba era el pánico del tal Lobo. Un Lobo que nunca se veía, que vivía allá muy lejos, del otro lado de la montaña, en una cueva en Alemania, llena de telas de araña, en una tierra tan rara que puede ser que el tal Lobo siquiera existía.”

“Aún así, Caperucita temía más y más y más encontrar un Lobo. Un Lobo que no existía.”

“Caperucita Amarilla de tanto pensar en el Lobo, de tanto soñar con el Lobo, de tanto esperar el Lobo, un día dio con él que era así: carota de Lobo; ojazo de Lobo; tipazo de Lobo y principalmente una bocota tan grande que era capaz de comer dos abuelitas, un cazador, rey, princesa, siete ollas de arroz y un sombrero de postre.”

“Sin embargo, lo más cómico es que en cuanto vio el Lobo, Caperucita Amarilla fue perdiendo aquel miedo, el miedo del miedo del miedo de un día encontrar un Lobo. Fue pasando aquel miedo del miedo que tenía de encontrar el Lobo. Ha quedado sólo un poquito de miedo de aquel Lobo. Después se acabó el miedo y ella se quedo sola con el Lobo.”

LOBO: (CON CARA PREOCUPADA, PIENSA) — Me parece que esta chiquita no me tiene miedo. ¡Ay, qué vergüenza! Un lobo, cuando no mete miedo a una niñita es un fraude, motivo de broma en el club de los villanos. Me siento desnudo de tanta vergüenza.

LOBO: (SE QUEDA TRISTE, PERO DESPUÉS, CON RABIA EMPIEZA GRITAR:)
¡Yo soy un lobo!

Caperucita es indiferente.

LOBO: ¡Yo soy un lobo! ¡Yo soy un lobo! ¡Yo soy un Lobo!

Caperucita sigue indiferente y empieza a reírse, entonces el Lobo grita su nombre unas veinte veces.

LOBO: lobo, lobo, lobolobolobolobolobolobolobolobolobolobolo….

CAPERUCITA: ¡Párate! Párate ahí, ¡ahora!, ¡ya! Así como estás.

“El lobo parado, sorprendido ya no era más lo-bo, era un bo-lo (pino de boliche) temblando con miedo de ser blanqueado por la niña.”

CAPERUCITA: Tú no eres un lobo, eres tan sólo un bolo tonto que no me mete miedo, pues puedo derrumbarlo con un pelotazo si tengo ganas.

“Caperucita no pegó aquel lobo echo bolo, porque prefiere otros juegos. Además ahora ella juega todo, menos los bolos. No teme la lluvia ni huye de garrapatas.”

“Se cae, levanta, se lastima, va a la playa, entra en el matorral, sube en los árboles, roba frutas después juega la rayuela con el primo de la vecina, con la hija del fontanero, con la sobrina de la madrina y el nieto del zapatero.”

“Mismo cuando está sola, inventa un juego. Y transforma en compañero cada miedo que tenía: el trueno se ha vuelto Notrue, la cucaracha Cacuchara, la bruja Jabrú y el diablo Boldía.

FIN

¡Ah!, otros amigos de Caperucita Amarilla: el Gondra, la Zalechu, el Barón-Ti, el Tío Coco y todos los Truosmons.”

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